30 octubre 2007

La Guerra Civil Española transformó a la Guardia Civil

Al poco de estallar la Guerra Civil Española en 1936 el Instituto continuó existiendo en el bando nacional mientras que en el republicano se le cambió su denominación por el de Guardia Nacional Republicana y poco después desapareció al ser absorbido por un nuevo cuerpo de seguridad pública, que unificó diversas instituciones de carácter policial. En cada zona ó región la actuación fue distinta y no hubo una decisión unificada de todo el Cuerpo hacia un bando u otro. Barcelona y Madrid vencieron a los sublevados gracias a la lealtad de los guardias civiles con el gobierno democráticamente instituido.

Destacan las actuaciones del entonces Coronel Escobar y del General Arangueren en Barcelona, denegando las peticiones del golpista Goded y mostrando su lealtad a la República y al Presidente Companys.
Finalizada en 1939 la trágica contienda, se procedió a una profunda reorganización en el seno de la Guardia Civil, debido en parte a casos como el del General Escobar, que a pesar de sus creencias había mantenido su apoyo al Gobierno electo de la República hasta su fusilamiento por el bando Nacional. La Guardia Civil absorbió además al año siguiente, mediante la Ley de 15 de marzo de 1940, al Cuerpo de Carabineros1829, y sus misiones de represión de contrabando y fraude, especialmente en costas y fronteras. fundado en

Desde entonces la Guardia Civil fue evolucionando, afrontando a lo largo de una década el grave problema de la guerrilla o maquis de la posguerra civil, aumentando su plantilla, asumiendo nuevas misiones y creando diversas especialidades que como la Agrupación de Tráfico en 1959. Tareas civiles que, con los años, hirian suplantando el cometido militar de un cuerpo diseñado, desde su inicio, para proteger a la población civil.

29 octubre 2007

El Alzamiento comenzó el 17 de julio de 1936


El 17 de julio de 1936 los militares más conservadores del Ejército se levantaron contra el gobierno de la República. El alzamiento comenzó antes de lo planeado en Melilla. Pronto se extendió a Tetuán y a Ceuta donde el coronel Juan Yagüe se apoderó de la ciudad sin disparar un solo tiro. Prácticamente todo el Marruecos español estaba en manos de los rebeldes antes de que Franco, procedente de las Canarias, se pusiera al mando de las tropas sublevadas. Al día siguiente, 18 de julio, el levantamiento se extendió a la Península.

Ese día los principales levantamientos tuvieron lugar en Andalucía. En Sevilla, el general Gonzalo Queipo de Llano, que se hallaba accidentalmente en la ciudad, llevó a cabo un espectacular golpe de mano y con el apoyo de diversas formaciones militares y de la Guardia Civil se hizo con el control de la ciudad y aplastó la resistencia obrera. También ese día las guarniciones de Cádiz se sublevaron con los generales Enrique Varela y López Pinto al frente. En Córdoba el gobernador militar consiguió la rendición de su colega civil. En Granada el enfrentamiento quedó momentáneamente en tablas pero las autoridades no armaron al pueblo y dos días después la guarnición militar salió de sus cuarteles y ganó la ciudad para los rebeldes. En Jaén por el contrario el coronel al mando de la Guardia Civil se declaró leal a la República. En Málaga la guarnición se sublevó pero ante las amenazas del gobierno de un bombardeo por parte de la escuadra , los sublevados depusieron las armas. También Almería y Huelva fueron ganadas para la República, aunque ésta ultima había quedado totalmente aislada.

Dias cruciales para una España dividida y enfrentada

En el resto de España el 19 de julio se produjeron victorias y derrotas para la República. En Oviedo la ciudad parecía ganada para el gobierno pero el coronel Antonio Aranda convenció a los mineros para que abandonaran la ciudad en dirección a Madrid y por la tarde se declaró partidario de la rebelión. Pero todo el resto de Asturias era republicana y pronto se encontró aislado aunque pudo resistir el asedio de los mineros engañados.

En Santander la ciudad se mantuvo tranquila y leal a la República. En el País Vasco, Alava fue ganada para los rebeldes con la misma facilidad con que Vizcaya y Guipúzcoa se ganaron para la República. En Navarra, centro de la conspiración, monárquicos tradicionalistas y jóvenes fascistas se unieron a las tropas rebeldes, así lo hizo también la Guardia Civil.

En todas las ciudades conservadoras de Castilla la Vieja (hoy Castilla y León), la rebelión triunfó aunque en Valladolid los falangistas y tropas sublevadas tuvieron que superar la resistencia obrera. En Aragón, Zaragoza, el feudo anarquista por excelencia, fue ganado por un rápido golpe de mano para la sublevación. En el resto de Aragón, Huesca y Teruel fueron dominadas con la misma facilidad. Así ocurrió también en La Rioja. En Extremadura, Cáceres y su provincia fueron dominadas por la rebelión pero Badajoz, gracias a la lealtad de su guarnición, se mantuvo republicana.

En Valencia, Murcia y toda Castilla la Nueva (hoy Castilla la Mancha) las unidades rebeldes vacilaron y pronto se vieron arrolladas por el ímpetu de los militares de izquierda que junto a policías leales aplastaron la rebelión. Sólo en Albacete se produjo un triunfo momentáneo de los sublevados al unírseles la Guardia Civil, en unos días su propio aislamiento en territorio leal acabo rindiéndolos.

El 20 de julio, mientras Mallorca había sido asegurada para los rebeldes como ya se ha dicho, Menorca se declaró republicana. En Galicia la lucha empezó también ese día. En La Coruña los trabajadores se encontraban desarmados y los militares no tardaron en ganarse la ciudad para el alzamiento. La Falange local, con su dirigente Manuel Hedilla al frente fue muy útil para el resultado final de la lucha. En Vigo y Ferrol la situación se desarrolló por cauces parecidos pero en la base naval ferrolana los marineros no acataron las órdenes de los oficiales sublevados y se inició una lucha cruel que acabó con la rendición y represión de los primeros.

El golpe militar, que pretendía dominar todo el territorio español no alcanzó la rápida victoria esperada. Los sindicatos y partidos políticos de izquierda resistieron, el golpe se convirtió en una guerra civil y la resistencia en una revolución. También ese 20 de julio se produjo un acontecimiento importante. El general Sanjurjo, conspirador de 1932, que debía ponerse al frente de las tropas sublevadas murió en un accidente aéreo cuando partía de su exilio de Lisboa. La muerte de Sanjurjo dejó un peligroso vacío en la dirección militar de los rebeldes. Las personas más destacadas de dicha dirección pasaron a ser Mola, Franco y Queipo de Llano.

El 21 de julio se podía ya trazar una línea aproximada que dividía las zonas donde había triunfado la rebelión de aquellas donde había fracasado. La rebelión fue derrotada en cinco de las siete principales ciudades de España. Las principales zonas industriales quedaron en poder de la República, pero las más vastas zonas agrícolas del país, apoyadas por campesinos conservadores, quedaron en manos de los rebeldes. La mitad del Ejército, casi toda la escuadra y dos tercios de las fuerzas aéreas españolas quedaron en poder de la República pero con los sublevados habían quedado las más numerosas y mejor entrenadas tropas del Ejército español, los 40.000 hombres que componían las tropas de regulares, moros y la Legión del Ejército de Africa. El no poseer la escuadra a pesar de ser un problema pronto se demostraría que era menos grave de lo pensado y el haber quedado con sólo un tercio de la aviación tampoco supuso problemas al estar formadas las fuerzas aéreas españolas por aparatos normalmente anticuados.

Se habían creado dos Españas, la republicana del norte y una amplia zona del centro y este de España. Los sublevados controlaban zonas del noroeste, centro y sudoeste de España. Se iniciaba así el conflicto entre izquierda y derecha que durante casi tres años había de devastar al país en cruenta lucha fraticida.

Antonio Escobar Huertas (Ceuta, 14 de noviembre de 1879 - Barcelona, 8 de febrero de 1940).


Fue un militar español miembro de la Guardia Civil. Figuró en la Guerra Civil en el bando republicano. Hijo, hermano y padre de militares, padre de una monja adoratriz, era coronel de la Guardia Civil destinado en Barcelona cuando se produce la sublevación militar del 18 de julio de 1936. Católico y conservador, se mostró fiel a su juramento al gobierno de España, resultando decisivo en la derrota de la sublevación en Barcelona.

Puesto a las órdenes del presidente de la Generalidad, Lluis Companys, al estallar la sublevación, siempre consideró un error que no se desarmara a las milicias anarquistas tras el fracaso de la sublevación y que se les concediera el control casi total de la ciudad. La quema de conventos y asesinato de religiosos que siguieron al fracaso de la sublevación en Barcelona le afectaron profundamente, pero mantuvo su compromiso con el régimen republicano.

Habiendo ganado la confianza del presidente Azaña, tras la transformación de la Guardia Civil en Guardia Nacional Republicana, Escobar se incorporó al Ejército del Centro, combatiendo en Talavera, Escalona y Navalcarnero tratando de detener el avance de las tropas sublevadas hacia Madrid. Fue herido en la Casa de Campo de Madrid durante la batalla de Madrid, por lo que tuvo que permanecer en reposo durante varios meses. Durante su convalecencia, permaneció varios días en el santuario de Lourdes, en Francia con permiso expreso del presidente Azaña. A pesar de haberse podido quedar en Francia, regresó al territorio republicano. Motivo añadido de pesar fue saber que algunos de sus hijos combatían en el campo franquista (su hijo, el teniente de infantería Escobar Valtierra, perecería en la batalla de Belchite).

Posteriormente fue nombrado director general de Seguridad de Cataluña, con lo que el gobierno de la república se hacía cargo del orden público en Cataluña, en la misma víspera de los sucesos de mayo de 1937. Sin embargo, nada más llegar a Barcelona es herido de gravedad en un atentado. Una vez recobrado, tomó parte de la batalla de Brunete y en acciones en la zona de Teruel, formando parte del Ejército de Levante. En julio de 1938 es ascendido a general en jefe del Ejército de Extremadura. El 26 de mayo de 1939, siguiendo órdenes de la Junta de Defensa casadista, rinde sus tropas al general Yagüe en Ciudad Real. Aunque éste le ofrece una avioneta para huir a Portugal (Escobar era el único general del Ejército Popular Republicano que quedaba en España), el general Escobar prefiere compartir la suerte de sus tropas.

Irónicamente juzgado por rebelión militar, es condenado a muerte. A pesar de que altos dignatarios de la Iglesia Católica como el cardenal Segura solicitan su indulto, Franco no cede y el general Escobar es fusilado en los fosos del castillo de Montjuïc el 8 de febrero de 1940. El propio Escobar dirigió su ejecución. El mismo piquete de la Guardia Civil rindió luego honores militares a su cadáver.

Después de la inauguración del Valle de los Caídos, Antonio Escobar Valtierra, hijo del general, solicitó que se trasladaran los restos de su padre, enterrado en el Cementerio de Montjuïc y de su hermano, José Escobar Valtierra, teniente que luchó en el bando nacional, fallecido en la batalla de Belchite, pero se autorizó exclusivamente el traslado de los restos del teniente, hijo del general; los restos de don Antonio Escobar siguen actualmente en el cementerio de Montjuïc en Barcelona.